Abstract
Alguien ha sostenido que la esencia de la tragedia antigua se encuentra en aquel canto de la Ilíada", donde se dice que los dioses nos han deparado un terrible destino para que los hombres venideros tengan asuntos que cantar; y que, por contraste, la esencia de la tragedia moderna se halla en aquel verso de Hölderlin, lo que permanece, lo fundan los poetas, que para muchos inaugura el pensamiento moderno sobre la muerte de Dios. El papel de ese ilustre protagonista divide las dos definiciones: en el verso de Homero, Dios es un dramaturgo atroz; en el de Hölderlin, es un autor muerto, o más aún, un actor que hizo mutis: un desertor.
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