Abstract
El discurso artístico, peregrino andante echa p'alante y retrocede, prueba atajos extraños, desemboca en callejones sin salida, vecinos de laberintos fantasmales... de pronto, en tan sudorosa viajadera por el mare mágnum intertextual, el Discurso siempre enfermo de insatisfacciones se detiene a tomar aire nuevo medio se aclimata, puede entonces, que se haga el muerto pero volverse momia eterna, no! En este desplazamiento interminable aparecieron en la nevera bogotana, en la estufa caleña y en la fonda paisa, estrenando traducciones muchos rollizos textos y no menos extranjeros súper variopintos... absurdos como Ionesco con un rinoceronte y su combo de afines pelambres: Arrabal en triciclo, Tardieu y el pelirrojo irlandés Beckett esperando hallar en Colombia a Godot. De naves gringas descendieron norteños hijos del Tío Sam: uno apellidado Albee con su cuento y su zoológico, ack Gelber ofreciendo su apetitosa manzana que resultó veneno puro; otro también con sabor inglés Don Wesker Amoldo (en castellano) convencido de que el mundo funciona como una gran cocina... claro, no faltaron rusos revolucionarios que traían su propio baño como Vladimir Maiacovsky emparentado nada menos que con el jefe bolchevique. Vladimir Ilich Lenin; en cambio Chejov su paisano, nos sorprendió con su talante tranquilo y lleno de largas pausas, introdujo con él, la gaviota de la paz.
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