Resumen
Es muy probable que para todo el mundo la muerte de los padres sea una experiencia traumática y, seguramente, irrecuperable. He asistido en silencio a las despedidas de los progenitores de mis compañeros de generación y he observado, con una mezcla de curiosidad y de impotencia, la terrible ceremonia del adiós, donde unos y otros, familiares y mudos testigos, se lanzan a callar o a soportar entre lágrimas la terrible noticia que el tiempo nos impone. Ahora, nos ha llegado el turno. A mi hermana, a mis nuevos hermanos, a Adriana, a mi mamá y a mí. Aferrado a mi hijo de dos años, Federico, mientras se rascaba las picadas de unos bichos irreprimibles, recibí la fatal noticia de la desaparición de mi padre, don Daniel Humberto Romero Lozano Cuadros.
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