Resumen
Mumford decía que «la ciudad favorece al arte, que es el arte mismo». Y tenía inmensa razón. La ciudad no es depósito, ni lugar para el acopio de miles de productos que llamamos o consideramos artísticos. Ella misma es, y debería ser, una realidad estética en todo el sentido del término. Hace algunos años Giulio Carlo Argan afirmaba que no deberíamos preocuparnos tanto por el cambio operado desde que la ciudad pasó de ser considerado un producto artístico, a uno fundamentalrnente industrial. Pues bien, yo creo que la modernidad y también la postmodernidad sí deberían preocuparse por este desplazamiento o cambio de valores, y de manera particular « la arquitectura», ya que ella es una de las realidades que constituyen la ciudad, la que más se ha adaptado a las deficiencias y a los imperativos de esta sociedad industrial.
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